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Comunicado de Prensa
Dolor, bronca, impotencia, pero fundamentalmente el decidido rechazo y repudio por parte de la mayoría del pueblo argentino, fue el saldo que dejó el fallo por el cual los jueces Alberto Piedrabuena, Eduardo Romero Lascano y Emilio Herrera Molina, de la Sala II de la Cámara Penal de Tucumán – decidieron absolver a los 13 imputados en el juicio por el secuestro y desaparición de María de los Ángeles Verón, ocurridos el 3 de abril de 2002.
Para los jueces, durante el juicio no se recolectaron pruebas suficientes para quebrar el principio de inocencia de los acusados.
Más de 10 meses duró el juicio por la desaparición de Marita Verón, un caso emblemático teniendo presente que era la primera vez que se juzgaba a una red de trata de personas. En el mismo, testificaron entre otros, víctimas de redes de trata liberadas que aseguraron haber sido compañeras de cautiverio de la joven en locales de diversos puntos del país, donde eran drogadas y obligadas a prostituirse. Sin embargo, los jueces consideraron que éstas no eran pruebas suficientes para condenar a los/as tratantes.
Sin dudas el fallo es revelador de una situación largamente denunciada por las organizaciones sociales de mujeres y de derechos humanos de todo el país: la importancia que el derecho tiene en el mantenimiento y reproducción del sistema patriarcal. Por ello, repensar el Derecho y su función social, es un desafío que excede aún la necesidad de contar con “buenas leyes” o con “buenas sentencias judiciales” que beneficien a las mujeres. Supone sobre todo hacer del Derecho un instrumento transformador que desplace los actuales modelos sexuales, sociales, económicos y políticos hacia un modelo de convivencia humana que incorpore y acepte la diversidad.
Esto sin dudas constituye una deuda importante de la democracia. El Judicial, es el poder del Estado que menos ha sido permeado por la experiencia democrática de los últimos 29 años, sus contornos aun fuertemente corporativos, la falta de instrumentos de control ciudadano sobre sus actos, el sesgo decididamente clasista de su composición, abren una posibilidad – lamentablemente muy reiterada en el último tiempo – a la corrupción o al prebendarismo.
Profundizar la democratización de la sociedad y de los poderes del Estado, será sin dudas la agenda de trabajo que tengamos por delante todos y todas los/as argentinos/as en el futuro inmediato.
Por el Programa MERCOSUR Social y Solidario
Arq, Carlos M. Zagni