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Cumbres socialesNoticias de la PMSS

FSA: Panel debate La integración regional: balances y desafíos para los movimientos sociales

By 22 septiembre, 2010octubre 27th, 2015No Comments

FORO SOCIAL AMERICAS (FSA)
Panel debate
La integración regional: balances y desafíos para los movimientos sociales

Programa Mercosur Social y Solidario (PMSS)*

Introducción

El panel sobre “La integración regional: balances y desafíos para los movimientos sociales” , es una oportunidad más para reflexionar y dialogar sobre este tema  en un momento en que la región está pasando por cambios importantes.  Esta reflexión sin embargo, no debiera desconocer los  momentos históricos anteriores, que dejaron sus huellas. En este sentido, podemos afirmar que la experiencia latinoamericana está marcada  por un proceso de búsqueda permanente  de integración, incluso desde antes que  los actuales países se constituyeran en estados nacionales. El llamado sueño bolivariano,  la utopía de convertir latinoamérica en una gran nación estuvo permanentemente en la razón y en la acción de muchos latinoamericanos. Pero, esa utopía, tenía su contraparte en expresiones políticas e ideológicas   empeñadas en todo momento a evitar esa unidad,  desarticular las ideas de la integración y fortalecer la dependencia y la dominación. Estas dos tendencias contradictorias marcaron profundamente el derrotero latinoamericano.

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FORO SOCIAL AMERICAS (FSA)
Panel debate
La integración regional: balances y desafíos para los movimientos sociales

Programa Mercosur Social y Solidario (PMSS)*

Introducción

El panel sobre “La integración regional: balances y desafíos para los movimientos sociales” , es una oportunidad más para reflexionar y dialogar sobre este tema  en un momento en que la región está pasando por cambios importantes.  Esta reflexión sin embargo, no debiera desconocer los  momentos históricos anteriores, que dejaron sus huellas. En este sentido, podemos afirmar que la experiencia latinoamericana está marcada  por un proceso de búsqueda permanente  de integración, incluso desde antes que  los actuales países se constituyeran en estados nacionales. El llamado sueño bolivariano,  la utopía de convertir latinoamérica en una gran nación estuvo permanentemente en la razón y en la acción de muchos latinoamericanos. Pero, esa utopía, tenía su contraparte en expresiones políticas e ideológicas   empeñadas en todo momento a evitar esa unidad,  desarticular las ideas de la integración y fortalecer la dependencia y la dominación. Estas dos tendencias contradictorias marcaron profundamente el derrotero latinoamericano.

También es importante reconocer que esa búsqueda de integración, le correspondió desde sus orígenes a élites socioeconómicas y políticas, algunas de las cuales comprometidas con una emancipación política y económica real, pero en la mayoría de ellas,  la pretensión era más que nada sustituir a las élites  metropolitanas. Mientras tanto, las masas populares en general, las poblaciones indígenas, campesinas, trabajadores en general, son espectadores pasivos y  reaccionan con indiferencia frente a los procesos de cambios o son simples carnes de cañón en las luchas por hegemonizar los intereses en juego.

América Latina es producto de esta dialéctica de integración-desintegración que tuvo como consecuencia  la fragmentación del continente en decenas de países independientes y divorciadas entre sí.

Esta herencia negativa no se redujo sólo a la desintegración de la región, sino que tuvo otro elemento, otro componente, quizás más importante aún, la perpetuación de la dependencia y la dominación. La soberanía formal conquistada por los países de la región, no logra eliminar su creciente sometimiento . 

El control que ejerce las potencias mundiales sobre las economías y las políticas de los países latinoamericanos es facilitado y viabilizado por las alianzas con los grupos dominantes locales, que se constituyen en los principales instrumentos de esta operación a través de la cual se aplica un modelo de crecimiento acorde a los intereses de las potencias hegemónicas.

Esta afirmación confirma lo expresado por el sociólogo brasileño,  Theotonio dos Santos, quien señalara que  “la dominación externa es impracticable por principio, sólo es posible cuando encuentra respaldo en los sectores nacionales que se beneficia de ella” . 

Esta caracterización expresada por Dos Santos  y por muchos otros/as intelectuales latinoamericanos/as no se ha disipado, al contrario, la dependencia y la dominación es un denominador común en casi todos los países latinoamericanos.   Esta situación de dominación, ha hecho que los gobiernos latinoamericanos casi siempre estén en una posición como de doble juego: sostener posiciones soberanas o ceder a la presión de los gobiernos que tienen el control sobre el capital .

Es importante también reconocer que los gobiernos latinoamericanos no sólo  están tensionados por factores externos, por presiones que vienen de las potencias hegemónicas, también internamente se producen situaciones conflictivas resultado de fuertes contradicciones internas entre los diferentes bloques sociopolíticos y económicos que conforman estos países y que permanentemente recrean la dialéctica entre autonomía vs dominación, integración social solidaria vs integración de mercados, desarrollo nacional vs desarrollo dependiente, modelos productivos sustentables vs modelos destructivos del medio ambiente, etc. 

Si este es el contexto en el que interactúan los países latinoamericanos, la pregunta que deberíamos tratar de responder es ¿Es posible la integración efectiva en este contexto? ¿Cómo construir procesos de integración entre países con intereses económicos, políticos e ideológicos contrapuestos? ¿Qué efectos han tenido y tienen estos procesos de integración sobre los Estados y sobre la sociedad? ¿Es posible la integración en un escenario donde se produce de manera permanente la tensión entre firmar tratados bilaterales o fortalecer procesos de integración regionales?

Balance

En el balance, lo que marca a los procesos de integración latinoamericanos es esa permanente tensión entre la autonomía y la dependencia, entre la participación y las decisiones unilaterales de los gobiernos, la defensa de intereses locales frente a los regionales, etc.

Esta tensión es producto de las diferencias ideológicas, de la mayor o menor confrontación con las potencias hegemónicas y de la mayor o menor abscripción  al modelo de desarrollo o de crecimiento que impulsan los países hegemónicos.
 
En el marco de este proceso contradictorio, los gobiernos han propiciado diversos modelos de integración que no dejaron de responder a las necesidades del presente pero que también respondían a coyunturas socioeconómicas y políticas específicas y a intereses regionales particulares de los países y no necesariamente a una visión de desarrollo general para toda América Latina o sudamérica.

También lleva la impronta de los gobiernos de turno. Se plantean nuevas  propuestas de integración y no se fortalecen las ya existentes. De esta manera se han creado, Aladi,  CAN, Urupabol y otros más, que dependiendo de la coyuntura  y de los gobiernos de turno tuvieron momentos de auge y de decadencia.

Los más cercanos y actuales son el Mercado Común del Sur (MERCOSUR), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR), y la Alianza Bolivariana para los Pueblos de América Latina (ALBA),  que igualmente responden a necesidades y coyunturas específicas y a procesos socio-económicos y políticos regionales del momento.

Papel de los movimientos sociales en los procesos de integración

MERCOSUR

Los movimientos y organizaciones sociales inicialmente miraron al Mercosur con desconfianza  porque consideraron que era una expresión más del proyecto neoliberal que estaba en su fase de expansión en el cono sur. De todos los movimientos sociales, fue el sindical el que tuvo una participación más visible, a través del Consejo Consultivo y Social.

El espacio generado por los movimientos sociales para expresar su desacuerdo y plantear otro tipo de integración fueron las llamadas contra cumbres y posteriormente las cumbres de los pueblos. Este giro en la denominación de las cumbres no fue casual. Obedeció a los cambios de regímenes políticos producidos en algunos países del Mercosur, como el Brasil con el triunfo del candidato del Partido de los Trabajadores y posteriormente en Uruguay con el Frente Amplio.
 
Otro hecho que reposicionó a los movimientos sociales fue cuando el Mercosur declaró oficialmente cerradas las tratativas con el ALCA, en la Cumbre presidencial en Mar del Plata en el año 2006.

A partir de estos hechos, la relación entre movimiento social y el Mercosur fue modificándose.  Los gobiernos progresistas del bloque comenzaron a generar condiciones de participación, como por ejemplo, la realización de las cumbres sociales,  espacio que posibilitó la interlocución entre gobierno y sociedad civil y a crear espacios de participación como Somos Mercosur. Otras instancias creadas son el Parlamento del Mercosur, el Instituto Social del Mercosur, entre otras.

A pesar de estos espacios que ofrecen los gobiernos,  los movimientos sociales continúan con las llamadas Cumbres de los Pueblos del Sur, como un espacio propio, de intercambio, de propuestas y de resistencias.
 
UNASUR

La Unión de Naciones Sudamericanas   es un organismo regional integrado  por la mayoría de los países sudamericanos.

El tratado constitutivo se firmó el 23 de mayo de 2008 en la ciudad de Brasilia donde se estructuró y oficializó la Organización.

Tiene como objetivo construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus integrantes, utilizando el diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, la financiación y el medio ambiente, entre otros, para eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social, la participación ciudadana y fortalecer la democracia.

La UNASUR  generó mayor adhesión de los movimientos sociales, por sus principios, por sus propuestas, por ser una iniciativa de integración regional más amplia y sobre todo porque los gobiernos más comprometidos con la iniciativa gozaban de la simpatía y respeto de los movimientos sociales.

En su tratado constitutivo declaraba, que la iniciativa buscará: “construir, de manera participativa y consensuada, un espacio de integración y unión en lo cultural, social, económico y político entre sus pueblos, otorgando prioridad al diálogo político, las políticas sociales, la educación, la energía, la infraestructura, el financiamiento y el medio ambiente, entre otros, con miras a eliminar la desigualdad socioeconómica, lograr la inclusión social y la participación ciudadana, fortalecer la democracia y reducir las asimetrías en el marco del fortalecimiento de la soberanía e independencia de los Estados.”(Tratado Constitutivo de la Unión de Naciones Sudamericana, 6 de mayo de 2008).

La propuesta de creación del Banco del Sur, la realización de la Cumbre Energética en el 2007, la declaración de apoyo a  Bolivia contra los separatistas de la llamada media luna,  la creación del Consejo Sudamericano de Defensa, son algunos de los hechos que  generaron mayor credibilidad en los movimientos sociales, razón por la cual es mirada como un proceso de integración con potencial de cambio.

ALBA

La Alianza Bolivariana es una propuesta  que busca la unidad  latinoamericana y caribeña  en la perspectiva  de producir las transformaciones estructurales y el sistema de relaciones necesarias para alcanzar el desarrollo integral requerido para  la continuidad de nuestra existencia como naciones soberanas y justas.

La propuesta  fue formulada por el Presidente de Venezuela,  Hugo Chávez,   en el marco   de la III Cumbre de Jefes de Estado y de Gobierno de la Asociación de Estados del Caribe, celebrada en la isla de Margarita, el 11 y 12 diciembre  de 2001.

La misma se sustenta en los principios de solidaridad, cooperación genuina y complementariedad entre los países, en el aprovechamiento racional y en función del bienestar de los pueblos, de sus recursos naturales – incluido su potencial energético-, en la formación integral e intensiva del capital humano que requiere el desarrollo y en la atención a las necesidades y aspiraciones de hombres y mujeres  (Del documento político de la V Cumbre del ALBA)

Por otro lado, es necesario afinar el proceso de diálogo oficial de los movimientos sociales con el proceso ALBA. Aquí se ha logrado realizar encuentros y actos públicos en ocasiones esporádicos, que generalmente coinciden con Cumbres de Presidentes o Foros Sociales, y que han sido útiles para estrechar el vínculo pero poco eficientes para tratar los temas en profundidad . 

Desafíos para los movimientos sociales

Mas allá de las diferencias y matices entre las distintas iniciativas de integración analizadas; es necesario reconocer, que  todos ellos,  dejan un espacio restringido para la participación e incidencia de los actores sociales y políticos que no sean los propios Estados. Las diferencias en este sentido,  aparecen fundamentalmente ligadas al grado de institucionalidad democrática alcanzada (espacios de participación y consulta, con la sociedad civil; y los canales institucionalizados que los posibiliten).

Pareciera que  hasta tanto estos espacios y canales se amplíen y profundicen,  superando el histórico déficit democrático de los procesos intergubernamentales de la región; pero que también podrían ser extensibles  a la gran heterogeneidad de organizaciones y movimientos sociales en los términos de empoderamiento efectivo y democrático; persistirá el interrogante sobre si otra integración es posible. Si esta integración finalmente expresará los intereses y coyunturas de gobiernos (así sean progresistas);  o si se desarrollará en función de los intereses de sus pueblos,  y con su efectiva participación en el debate sobre los sentidos políticos de la misma.

En este sentido, los desafíos para los movimientos sociales podrían estar orientados a:

-Ampliar y consolidar las articulaciones sociales que posibiliten generar  propuestas  coherentes de lucha contra  las asimetrías y las discriminaciones que se dan en estos procesos de integración.

–  Mantener la presión y la movilización para evitar que la balanza se incline  a favor de los países con mayor potencial económico.

– Ocupar espacios institucionales y pugnar por una  ampliación y mayor democratización de los existentes,  pero sin que el movimiento social pierda su capacidad de reacción y de movilización.

– Generar campañas de difusión y de motivación para lograr la participación efectiva de la población

-Poner en debate  un nuevo tipo de desarrollo que recupere la soberanía regional y el derecho a la diversidad cultural

A modo de conclusión

Las diversas iniciativas de integración en un mismo continente muestran por un lado que la integración ideal ha sido esquiva hasta ahora, pero, por otro lado,  demuestra la necesidad de la integración para hacer frente a los problemas nacionales y regionales y frente a los países con mayor nivel de desarrollo.  El hecho de que el Mercosur como bloque negocie con los demás países es un avance importante.
 
Sin embargo, las diferencias ideológicas, el estilo de liderazgos y la persistencia de ciertos nacionalismos siguen siendo obstáculos para una integración profunda incluso en este contexto de proliferación de gobiernos progresistas distintos de aquellos que se alineaban incondicionalmente a las políticas de Washington .

El hecho de que sigan desarrollándose dos cumbres paralelas, la social y la de los pueblos, es una muestra de que  las diferencias entre los gobiernos y los movimientos sociales persisten y que si éstos gobiernos no logran desarrollar una política de acercamiento a los intereses de las masas populares, los problemas persistirán.