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por María Julia Aguerre

 

 

 

El año 2014 en Uruguay estuvo signado fundamentalmente por el proceso electoral.

 

 

 

Las elecciones se desarrollan en tres instancias sucesivas: elecciones internas de los partidos políticos para elegir el candidato a la Presidencia (obligatorias para los partidos políticos pero no para los ciudadanos), Elección Nacional, en las que se elige Presidente, Vicepresidente, y todo el Parlamento (senadores y diputados) y las Juntas Electorales de los 19 Departamentos en los que está dividido el país. Estas elecciones siempre se realizan, por disposición constitucional, el último domingo del mes de octubre. En caso de que ningún candidato a Presidente obtenga en esta instancia el 50% más uno de los votos válidos, se realiza un balotage entre los dos candidatos con mayor número de votos, en el último domingo del mes de noviembre siguiente. Las elecciones de octubre y noviembre son obligatorias para todos los ciudadanos a partir de los 18 años cumplidos, cuya observancia es controlada por la Corte Electoral, estableciéndose una serie de sanciones o multa para quienes no puedan justificar de manera fundada su no concurrencia a votar.

 

 

 

Para la realización de la elección interna de los partidos se modificó la ley que las rige, (resolución unánime de todo el parlamento) ya que las mismas debieron realizarse en el mes de julio, pero ello se superponía con el Campeonato Mundial de Fútbol, acontecimiento del que todo el país estaba pendiente, estableciéndose como fecha para las elecciones el 1º de junio.

 

 

 

Los candidatos a Presidente surgidos en esas elecciones lo hicieron por importante mayoría en todos los casos: Tabaré Vázquez en el Frente Amplio (más del 80%), Luis Lacalle Pou en el Partido Nacional, Pedro Bordaberry en el Partido Colorado, Pablo

 

Mieres en el Partido Independiente y Eduardo Rubio en Unidad Popular. Se presentaron tres partidos más, que no lograron el mínimo de votos exigidos constitucionalmente, por lo que no pudieron continuar en el proceso. Posteriormente, Tabaré Vázquez al momento de completar la fórmula, designó como candidato a Vicepresidente, a Raúl Sendic, hijo del legendario fundador y líder del MLN-T (Tupamaros) del mismo nombre (es decir, por los resultados de las elecciones, Raúl Sendic es el actual Vicepresidente de Uruguay).

 

 

 

Las elecciones nacionales se realizaron en un escenario desfavorable y cargado de pronósticos adversos hacia el Frente Amplio, con prácticamente todas las encuestadoras (aún las más prestigiosas y técnicamente mejor consideradas) que vaticinaban un resultado abierto, con posibilidades de triunfo del Partido Nacional, y la afirmación contundente de que el FA perdía el balotage. Estos resultados eran difundidos profusamente y en forma permanente por todos los medios de comunicación, motivo de análisis y comentarios de politólogos, periodistas, analistas y opinólogos, fuertemente utilizados por la oposición, que además se sumaban a las noticias que venían de Brasil, según las cuales Dilma no ganaba las elecciones.

 

 

 

Este clima se reforzaba con un hecho imprevisto que modificó el escenario electoral, y fue la aparición como candidato del Partido Nacional del Dr. Luis Lacalle Pou (hijo del ex presidente Luis Alberto Lacalle), que para sorpresa de todos ganó las internas de su partido, convirtiéndose en el candidato a Presidente más joven (41 años), e imprimiendo a la campaña un estilo muy diferente al tradicional de su partido y también al que se presumía (a principios de año) que tendría el proceso electoral.

 

 

 

Juvenil, muy simpático, apoyado por un despliegue de propaganda y marketing de gran solvencia técnica y presencia arrolladora en todos los medios, pero carente de contenidos políticos reales, era un fiel representante de una derecha moderna y renovada, con un discurso y programa maquillado que no despertaba en principio objeciones o desaprobaciones, y que más bien confundía a parte del electorado acerca de las verdaderas propuestas de su candidatura (en realidad, su programa de gobierno fue presentado recién dos semanas previas al día de la votación).

 

 

 

Esta imagen abierta y fresca, muy bien construida por publicistas nacionales y extranjeros de primer nivel, constituyó un fenómeno inesperado que obligó a modificar o por lo menos ajustar las estrategias de campaña electoral fundamentalmente del Frente Amplio y del Partido Colorado.

 

 

 

En la campaña se fueron clarificando muchos aspectos relacionados sobre todo con los contenidos de los programas, las propuestas de gobierno y los equipos que las llevarían a cabo, y al llegar las elecciones la amplia mayoría de los ciudadanos percibían con toda evidencia que estaban en juego dos proyectos de país muy diferentes, y aún antagónicos en aspectos muy sustanciales.

 

 

 

El 26 de octubre se realizaron las elecciones y el Frente Amplio obtuvo el 47,81 % de los votos válidos (contando los en blanco y anulados), el Partido Nacional el 30;88 %, el Partido Colorado el 12,89 %, el Partido Independiente el 3,1 % y Unidad Popular el 1,1 %.

 

 

 

Como ningún partido obtuvo el 50 % mas 1 como exige la Constitución para ganar en primera vuelta, el último domingo de noviembre se realizó el balotage con el resultado del 56,6 % para el Frente Amplio y el 43,4 % para el Partido Nacional. Nunca en la historia del país se había ganado un balotage por tanta diferencia.

 

 

 

El resultado electoral de ambas instancias, además de mantener al FA en el gobierno por un nuevo período de 5 años, nuevamente con mayoría propia en las dos cámaras parlamentarias (senadores y diputados), originó importantes modificaciones en el mapa político uruguayo.

 

 

 

En primer lugar, por primera vez el Frente ganó en 14 departamentos, (de los 19 que tiene el país), llegando inclusive a tener mayoría en pequeños poblados rurales, llegando al Uruguay profundo. Siendo el FA un fenómeno principalmente metropolitano y urbano, esta nueva situación cambia la tradicional hegemonía que los partidos históricos mantenían hasta ahora en esos sectores sociales y territorios. Hay razones fundadas en las políticas desarrolladas durante 10 años por el FA que explican este comportamiento electoral, pero que por razones de espacio no incluiremos en este informe.

 

 

 

El Parlamento también fue modificado en su integración: la mayoría del FA es ajustada (perdió un senador y dos diputados respecto a la elección anterior), pero lo más importante es que ingresó a la cámara de diputados un nuevo partido, Unidad Popular, de izquierda, integrado por disidentes del FA, que obtuvo un diputado. Este ingreso amplía el espectro ideológico y político del Parlamento, lo que de alguna manera fortalece la cobertura democrática. Al senado también accedió por primera vez el Partido Independiente, que se autodefine como social demócrata, con un senador. Hace más de treinta años que en el Senado no habían cuatro partidos.

 

 

 

Junto con la elección nacional se votó, vía plesbicito, una reforma constitucional promovida por el candidato del Partido Colorado, Pedro Bordaberry y apoyada por el candidato del Partido Nacional, Luis Lacalle Pou, de rebajar la edad de imputabilidad penal de 18 a 16 años, entre otras medidas, con el objetivo de enfrentar la creciente inseguridad del país. Esta iniciativa fue sostenida desde el año 2011, es decir, mucho antes de que ambos fueran electos como candidatos a Presidente, y de que se pusiera en marcha la campaña electoral.

 

 

 

Los primeros estudios de opinión pública adjudicaban a esta propuesta un apoyo aproximado al 64% del electorado. El Frente Amplio se opuso en forma categórica desde el principio, el Partido Independiente se pronunció en contra, y sectores muy importantes del Partido Nacional también, desde el inicio, se manifestaron contrarios a la iniciativa. No obstante estas posturas de la mayoría de los partidos políticos, el tema no se debatía lo suficiente a nivel público, y el apoyo de la ciudadanía, según las encuestas, se mantenía estable.

 

 

 

En medio de este proceso de conformó una Comisión Nacional No a la Baja, autoconvocada por jóvenes, e integrada casi en su totalidad por jóvenes. Esta Comisión desde el principio fue a-partidaria, muy abierta, con un trabajo incansable y muy inteligente, dirigido a toda la sociedad uruguaya, (no permitieron que ningún partido político los cooptara), profundizando permanentemente sus análisis y argumentos, logrando insertarse y llevar su mensaje en cada vez más numerosas actividades sociales y políticas, logrando conformar un poderoso movimiento con actores sociales múltiples (Federación de Estudiantes Universitarios, Universidad de la República (institucionalmente), Central Sindical, numerosas ong´s y organizaciones sociales, partidos políticos, etc.), que en definitiva resultaron en la no aprobación de la propuesta de reforma constitucional (para ello se necesitaba el 50 % mas 1 de los votos).

 

 

 

No obstante este magnífico resultado, se deberá trabajar fuertemente en el futuro inmediato sobre estos temas, porque el SI a la Baja obtuvo el 47 % de votos ciudadanos, y en un espectro político que incluye a todos los partidos. Miles de votantes del Frente Amplio incluyeron el Si dentro de su sobre de votación, aún de aquellos sectores que algunos consideran “más de izquierda”, como listas pertenecientes al MPP (grupo del Presidente Mujica), al Partido Comunista, o grupos que han luchado de manera sostenida y sistemática en el tema de los derechos humanos, como el Senador Michelini.

 

 

 

Ese 47 % es un fuerte llamado de atención, que habrá que analizar e interpretar en su verdadera dimensión y sentido.

 

 

 

Al Frente Amplio se le presentan grandes desafíos y oportunidades excelentes para continuar el proceso de transformaciones iniciado, y deberá cumplir con los compromisos asumidos en la campaña electoral (y que seguramente la ciudadanía exigirá permanentemente), especialmente que el nuevo período de gobierno “no será más de lo mismo”, con propuestas concretas que supondrán un “salto de calidad hacia adelante”

 

 

 

Los problemas más urgentes y complejos a resolver, están ubicados en la educación, especialmente en el nivel medio, que sufre un proceso de deterioro en la calidad y capacidad de retención de los estudiantes realmente grave, y en la seguridad, debido a un incremento incesante de la delincuencia, con robos, rapiñas, copamientos y homicidios, todos estos delitos además cometidos con niveles de violencia desconocidos en el país.

 

 

 

En cuanto a su propia organización, entre otros aspectos el Frente debe encarar de manera perentoria la renovación de sus cuadros dirigentes, dada la edad de los principales dirigentes y referentes, facilitando la emergencia de nuevos liderazgos.

 

 

 

En relación a los movimientos y organizaciones sociales, no obstante matices entre sí y con respecto a resoluciones gubernamentales, desaprobaciones en ocasiones fuertes pero puntuales, y desencuentros en diversos niveles, hay un reconocimiento y consenso de fondo, sobre el rumbo y las políticas adoptadas en los 10 años de gobiernos frenteamplistas, que luego se traducen en las mayorías electorales.

 

 

 

El movimiento sindical, y especialmente su Central, el PIT-CNT, que en estos diez años ha tenido un crecimiento exponencial en afiliaciones en prácticamente la mayoría de los sindicatos, manifiesta en forma frecuente disconformidades respecto a medidas gubernamentales (en plena campaña electoral, a pocos días de las elecciones, decretó un paro general), pero especifica su postura con frecuencia manifestando que es autónoma de este y de todos los gobiernos, y de todos los partidos políticos, pero no neutral en las coyunturas o instancias de definiciones de proyectos de país.

 

 

 

De todos modos, en la central hay tensiones internas importantes, con sindicatos que critican fuertemente la línea política del PIT-CNT, acusándolos de oficialistas, (especialmente por parte de algunos gremios de funcionarios estatales), que por momentos hacen pensar que es cada vez más difícil mantener una central única.

 

 

 

Los movimientos más contestatarios se han asentado en temas ecológicos, en la megaminería, en la defensa de la costa para fines recreativos, oponiéndose por ej. a la construcción en Rocha de un puerto de aguas profundas.

 

 

 

Es probable que este vínculo o aproximación de base entre la mayoría de las organizaciones y movimientos sociales y el partido político Frente Amplio y sus gobiernos, se explique, por lo menos en parte, en el propio proceso histórico de construcción del Frente, que desde su inicio se concibió a sí mismo como la conformación de un bloque progresista, constituido por partidos políticos, organizaciones sociales, sindicatos, cooperativas, académicos e intelectuales, integrantes de la cultura en sus diversas manifestaciones, productores familiares y pequeños empresarios. El FA se constituyó formalmente en el año 1971, y en todo este tiempo (sin que el proceso fuera lineal ni homogéneo), la interacción entre todos estos actores se mantuvo vigente y relativamente fluida.

 

 

 

 

 

Montevideo, 15 de diciembre de 2014.